Sevilla, a causa de la abundancia de superficie plana y sus buenas instalaciones, es una de las mejores ciudades para visitar en bicicleta; ya sea por la propia ciudad o por municipios próximos.
En esta ruta nos espera un largo tramo de carril bici en el que observar, más allá de los propios parques: el acuario, las terrazas donde la música atrae a los más jóvenes, la estatua de Diana Cazadora, la Torre del Oro, la contemplación del agua al pasar el Mercado del Barranco.
Y si realizamos un círculo alrededor del centro urbano como si fuésemos bordeando la muralla ya extinta, los monumentos se multiplican independientemente de la altura a la que nos encontremos: Los jardines de Murillo, del Valle o de Cristina, la Basílica de la Macarena, la Torre de los Perdigones y la de Don Fadrique, la Plaza de Toros de la Maestranza o los Alcázares pueden ser destinos intermedios en esta ronda urbana. La misión parece sencilla: buscar carriles y evitar adoquines.
Una de ellas es la Vía Verde de Itálica, que transcurre por la vieja senda ferroviaria que unía Aznalcóllar con San Juan de Aznalfarache. El río Guadalquivir y, si nos alejamos, el Guadiamar; las ruinas de Itálica, en Santiponce; y los cultivos que se extienden en las faldas de Camas son algunos de los atractivos que esta ruta nos ofrece y que cualquiera podría alcanzar sin necesidad de hacer un esfuerzo desmesurado. Es un trayecto poco transitado que podemos comenzar al cruzar el Puente de la Señorita, detrás del centro comercial Torre Sevilla.
Los horizontes se amplían si abandonamos la cornisa del Aljarafe y miramos hacia la dirección contraria. Es decir, a Alcalá de Guadaira; son menos de 20 kilómetros lo que separa a ambas poblaciones. El río Guadaira marca el camino y los molinos ruinosos, como el de Pelay Correa, indican que estamos en el carril correcto. Estos edificios abandonados a la suerte de la corriente son espacios que evocan antiguas leyendas. Todo ello está entre el Puente del Dragón que sirve de pórtico a nuestro destino y el campus de la Universidad Pablo de Olavide. Una zona que resiste a las construcciones que la rodean.
En estas inmediaciones, son muchas las direcciones que podemos tomar. Una de ellas, por ejemplo, es la Vía Verde de Los Alcores, que nos llevará desde Alcalá de Guadaira hasta El Viso del Alcor. Desde el Club de Hípica Híspalis al Parque de la Muela, hay algo más de 15 kilómetros solo de ida. Todo son cerros maireneros, lomas suaves cargadas de olivos y paisajes que se vuelven pinturas en el vaivén constante de nuestras pedaladas.
Aunque desde este punto la vista no lo alcanza, a la otra orilla del Guadalquivir, Dos Hermanas expande sus brazos sobre el terreno y nos propone otra red interesante que podemos tener en cuenta si vivimos en este área. La primera, para todos los públicos: de la Colada de las Plateras al Canal de los Presos; no llega a los 22 kilómetros de distancia y, dependiendo de la época del año, suele albergar bonitas ciénagas en los bordes del camino. La puerta de cal de la Hacienda Bujalmoro y la laguna de la Corchuela aparecerán en el circuito.
Una vez mencionada La Corchuela, existen diferentes formas de llegar a este parque periurbano, dependiendo de nuestro punto de partida. Pero en su interior, a menudo silencioso y solitario, encontramos unas instalaciones adecuadas para pasear sin bajarnos del sillín. También zonas habilitadas para barbacoas y marañas de cuerdas, tirolinas y palos que crean su conocido sector de multiaventuras.
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