Viajar es una gran motivación, además de una fuente de
alegría, reflexión y autodescubrimiento. Viajar nos permite explorar nuevos
climas y culturas, sumergirnos en ellos y estimular nuestra mente.
Obviamente, hay otras personas que
prefieren la monotonía y estar cómodos en su hogar.
Todo tipo de viaje es positivo para
la salud psicológica de quien lo realiza. Desde los destinos próximos hasta los
viajes a lugares recónditos y exóticos, todos los viajes pueden ser una gran
fuente de bienestar emocional. No es necesario ni irse muy lejos, ni gastar
mucho dinero, ni practicar alguna actividad en concreto: todos los viajes
“suman”.
Sin embargo, y como es lógico, hay
viajes que nos reportan experiencias mucho más interesantes que otros. De todos
modos, todas las experiencias que vivimos fuera de casa pueden ser muy
positivas para estimular nuestra mente. Cada persona tiene unas preferencias en
cuanto a las aventuras, y depende de muchos factores, como por ejemplo la
personalidad, la edad y otras variables.
Beneficios psicológicos de viajar
Algunos de los beneficios más
importantes del buen hábito de viajar y conocer mundo son:
1. Reduce el estrés y la ansiedad.
Cuando emprendemos un viaje, desconectamos de todas nuestras angustias diarias y nos enfocamos en vivir el presente, relajándonos en la piscina, visitando playas paradisíacas, conmoviéndonos con la belleza de los paisajes… Nos centramos en el momento y no estamos pendientes de las cosas que nos preocupan en el día a día.
2. Potencia nuestra capacidad para resolver problemas
A lo largo de un viaje, nos obligamos a salir de nuestra zona de confort y debemos afrontar ciertas situaciones y contextos que requieren de una mayor implicación. Es probable que nos perdamos por las calles que no conocemos, que vayamos con el tiempo justo a los sitios o que debamos comunicarnos con oriundos que no hablan nuestro idioma. En resumen, vamos a tener que resolver problemas y situaciones complicadas, y esto nos ayudará a mejorar esta capacidad.
3. Aumenta nuestras habilidades comunicativas y sociales.
Viajar nos brinda la mejor
oportunidad para que conectemos con otras personas. Estando en un lugar desconocido,
es muy probable que nos animemos a hablar con gente y desarrollemos así
nuestras habilidades sociales; hasta puede que hagamos amigos y volvamos al
cabo de un tiempo para visitarles, o les recibamos en nuestra casa.
4. Abre nuestra mente y amplía nuestros horizontes.
Viajar es la mejor solución para
deshacernos de estereotipos y prejuicios. De hecho, se suele oír eso de “viajar
es la mejor cura contra el racismo”.
Cuando estamos de expedición en una
nueva cultura, nos damos cuenta de que algunos de nuestros pensamientos no
estaban fundados. Descubriremos gente y costumbres nuevas que merecen nuestro aprecio,
ayudándonos a abrir nuestra mente y a relacionarnos de una forma más amable con
todo tipo de personas.
5. Favorece el autodescubrimiento.
Realizar un viaje emocionante es la
mejor forma de conocerse a uno mismo. Abandonamos temporalmente nuestro contexto
diario y visitamos un entorno totalmente distinto, lo que nos puede ayudar a
tomar perspectiva sobre quiénes somos y qué queremos en la vida.
Además, viajar nos puede dar un nuevo
enfoque vital, descubriendo cosas que no sabíamos que nos gustaban.
6. Nos hace más feliz.
Las experiencias que vivimos durante
los viajes nos hacen segregar distintas hormonas de la felicidad, como por
ejemplo las endorfinas. Cuando estamos fuera de casa olvidamos las
preocupaciones y obligaciones laborales y familiares. Durante un viaje
realizamos actividades que nos gustan y que promueven que nos relacionemos con
otras personas.
Todo esto juega a favor de nuestro bienestar psicológico.
7. Nos aleja del miedo y de las inseguridades.
El miedo es una sensación que nos paraliza;
la mejor forma de superar los miedos es enfrentándose a ellos.
Seguramente, antes de emprender un
viaje a un destino lejano y desconocido tengamos miedos e inseguridades, por
ejemplo: “¿Me voy a sentir solo?”. ¿Me robarán?
8. Nos hace replantear muchas cosas.
Pasar tiempo fuera de casa puede
ampliar nuestra forma de ver las cosas y la vida en general. Puede que se
modifiquen nuestras prioridades, que en adelante le demos menos importancia a
las cosas materiales y valoremos más, otras cosas que antes no valorábamos.
9. Favorece que seamos más empático.
Cambiar de contexto y sumergirse en
una nueva ciudad y en una nueva cultura, hasta ahora desconocida, nos ofrece la
posibilidad de relativizar nuestros problemas cotidianos y ponernos en la piel
de otras personas que, tal vez, tengan una vida mucho más complicada que la
nuestra.
Esto puede favorecer que seamos más
empático y que seamos capaces de valorar que otras personas puedan tener
sistemas de valores distintos.
10. Aprendemos de forma constante.
Vivir experiencias únicas en entornos
distintos a los que estamos acostumbrados nos proporcionan aprendizajes y
conocimientos que nos mejoran como personas. Nos da otra visión sobre las
cosas, sobre las relaciones, sobre la religión, sobre la forma en que las
distintas culturas afrontan la vida.
Además, el hábito de viajar nos
proporciona las herramientas para que podamos cuestionarnos nuestro día a día,
y nuestros valores más arraigados. Conocer cosas nuevas nos potencia
habilidades y capacidades que teníamos latentes, y desarrolla nuestro espíritu
crítico.
11. Desarrolla nuestra visión de las cosas y amplía horizontes.
Viajar y conocer nuevos países y
culturas amplía nuestra visión sobre la sociedad. Nos vuelve más respetuosos y
flexibles, puesto que aprendemos a valorar las necesidades y esquemas de
pensamiento de las personas que conocemos.
Por estos y otros motivos me encanta
viajar. Os invito a que me acompañéis a lo largo de este curso a visitar
algunos de mis destinos favoritos.