lunes, 30 de noviembre de 2020

EJERCICIO 1: ¿POR QUÉ VIAJAR?

 


Viajar es una gran motivación, además de una fuente de alegría, reflexión y autodescubrimiento. Viajar nos permite explorar nuevos climas y culturas, sumergirnos en ellos y estimular nuestra mente.

Obviamente, hay otras personas que prefieren la monotonía y estar cómodos en su hogar.

Todo tipo de viaje es positivo para la salud psicológica de quien lo realiza. Desde los destinos próximos hasta los viajes a lugares recónditos y exóticos, todos los viajes pueden ser una gran fuente de bienestar emocional. No es necesario ni irse muy lejos, ni gastar mucho dinero, ni practicar alguna actividad en concreto: todos los viajes “suman”.

Sin embargo, y como es lógico, hay viajes que nos reportan experiencias mucho más interesantes que otros. De todos modos, todas las experiencias que vivimos fuera de casa pueden ser muy positivas para estimular nuestra mente. Cada persona tiene unas preferencias en cuanto a las aventuras, y depende de muchos factores, como por ejemplo la personalidad, la edad y otras variables.

 

Beneficios psicológicos de viajar

Algunos de los beneficios más importantes del buen hábito de viajar y conocer mundo son:

1. Reduce el estrés y la ansiedad.

Cuando emprendemos un viaje, desconectamos de todas nuestras angustias diarias y nos enfocamos en vivir el presente, relajándonos en la piscina, visitando playas paradisíacas, conmoviéndonos con la belleza de los paisajes… Nos centramos en el momento y no estamos pendientes de las cosas que nos preocupan en el día a día.

2. Potencia nuestra capacidad para resolver problemas

A lo largo de un viaje, nos obligamos a salir de nuestra zona de confort y debemos afrontar ciertas situaciones y contextos que requieren de una mayor implicación. Es probable que nos perdamos por las calles que no conocemos, que vayamos con el tiempo justo a los sitios o que debamos comunicarnos con oriundos que no hablan nuestro idioma. En resumen, vamos a tener que resolver problemas y situaciones complicadas, y esto nos ayudará a mejorar esta capacidad.

3. Aumenta nuestras habilidades comunicativas y sociales.

Viajar nos brinda la mejor oportunidad para que conectemos con otras personas. Estando en un lugar desconocido, es muy probable que nos animemos a hablar con gente y desarrollemos así nuestras habilidades sociales; hasta puede que hagamos amigos y volvamos al cabo de un tiempo para visitarles, o les recibamos en nuestra casa.

4. Abre nuestra mente y amplía nuestros horizontes.

Viajar es la mejor solución para deshacernos de estereotipos y prejuicios. De hecho, se suele oír eso de “viajar es la mejor cura contra el racismo”.

Cuando estamos de expedición en una nueva cultura, nos damos cuenta de que algunos de nuestros pensamientos no estaban fundados. Descubriremos gente y costumbres nuevas que merecen nuestro aprecio, ayudándonos a abrir nuestra mente y a relacionarnos de una forma más amable con todo tipo de personas.

5. Favorece el autodescubrimiento.

Realizar un viaje emocionante es la mejor forma de conocerse a uno mismo. Abandonamos temporalmente nuestro contexto diario y visitamos un entorno totalmente distinto, lo que nos puede ayudar a tomar perspectiva sobre quiénes somos y qué queremos en la vida.

Además, viajar nos puede dar un nuevo enfoque vital, descubriendo cosas que no sabíamos que nos gustaban.

6. Nos hace más feliz.

Las experiencias que vivimos durante los viajes nos hacen segregar distintas hormonas de la felicidad, como por ejemplo las endorfinas. Cuando estamos fuera de casa olvidamos las preocupaciones y obligaciones laborales y familiares. Durante un viaje realizamos actividades que nos gustan y que promueven que nos relacionemos con otras personas.

Todo esto juega a favor de nuestro bienestar psicológico.

7. Nos aleja del miedo y de las inseguridades.

El miedo es una sensación que nos paraliza; la mejor forma de superar los miedos es enfrentándose a ellos.

Seguramente, antes de emprender un viaje a un destino lejano y desconocido tengamos miedos e inseguridades, por ejemplo: “¿Me voy a sentir solo?”. ¿Me robarán?

8. Nos hace replantear muchas cosas.

Pasar tiempo fuera de casa puede ampliar nuestra forma de ver las cosas y la vida en general. Puede que se modifiquen nuestras prioridades, que en adelante le demos menos importancia a las cosas materiales y valoremos más, otras cosas que antes no valorábamos.

9. Favorece que seamos más empático.

Cambiar de contexto y sumergirse en una nueva ciudad y en una nueva cultura, hasta ahora desconocida, nos ofrece la posibilidad de relativizar nuestros problemas cotidianos y ponernos en la piel de otras personas que, tal vez, tengan una vida mucho más complicada que la nuestra.

Esto puede favorecer que seamos más empático y que seamos capaces de valorar que otras personas puedan tener sistemas de valores distintos.

10. Aprendemos de forma constante.

Vivir experiencias únicas en entornos distintos a los que estamos acostumbrados nos proporcionan aprendizajes y conocimientos que nos mejoran como personas. Nos da otra visión sobre las cosas, sobre las relaciones, sobre la religión, sobre la forma en que las distintas culturas afrontan la vida.

Además, el hábito de viajar nos proporciona las herramientas para que podamos cuestionarnos nuestro día a día, y nuestros valores más arraigados. Conocer cosas nuevas nos potencia habilidades y capacidades que teníamos latentes, y desarrolla nuestro espíritu crítico.

11. Desarrolla nuestra visión de las cosas y amplía horizontes.

Viajar y conocer nuevos países y culturas amplía nuestra visión sobre la sociedad. Nos vuelve más respetuosos y flexibles, puesto que aprendemos a valorar las necesidades y esquemas de pensamiento de las personas que conocemos.

 

Por estos y otros motivos me encanta viajar. Os invito a que me acompañéis a lo largo de este curso a visitar algunos de mis destinos favoritos.






 

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